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Si hay algo exigible para un domador, es que sea
un buen jinete. Esto es algo que no sólo se aprende con la práctica,
puesto que un buen jinete además de saber montar, es capaz de adaptar
esta monta a cada caballo, puesto que es capaz de percibir el estado
del animal.
Básicamente podemos decir que la postura correcta se basa en los siguientes
puntos:
- Mantener el cuerpo recto y erguido; lo que nunca deberá confundirse
con tenso o rígido.
- La cabeza deberá estar alta.
- Piernas estiradas, largas, poniendo especial cuidado en que
se mantengan en constante contacto con el caballo, a poder ser
en toda su longitud.
- Los talones deberán estar más bajos que la punta del pie.
- Brazos caídos en posición natural, desde los hombros.
- Codos doblados.
- Puños cerrados de manera relajada.
Una vez que somos capaces de tomar esta postura, el siguiente paso
es el disponer del temperamento para mantener la concentración.
Al realizar giros o círculos, el caballo puede desestabilizarnos,
algo para lo que debemos estar perfectamente preparados.
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